




El viaje toca a su fin y mis cansados pasos me acercan, casi sin que yo oponga resistencia, hacia el río sagrado donde el barquero espera mi llegada para llevarme a la otra orilla. ¡Han pasado tantas cosas a lo largo de mi vida! ¡He conocido a tantos! He amado a tantas!
He caído miles de veces y, otras tantas, me he levantado.
Con heridas muchas veces, algunas de las cuales no se han cerrado todavía ¿Qué queréis? He aprendido a convivir con ellas, a asumir que me equivoco la mayoría de las veces.
Mientras me acerco a la orilla, me pregunto el por qué de esta obsesión por exponerme a las miradas ajenas. Por qué mostrar mis adentros en cada una de las imágenes que han ornado esta sala y en tantas otras que han quedado a la espera. Por qué mostrar los mundos que en mi interior existen a través de mis escritos, de mis
cuentos, de mis relatos…
Quizás sea porque en cada mirada ajena me reconozco. Quizás. Pero no hay tiempo para más. Caronte se impacienta y reclama con su mirada que me de prisa en subir a la barca.
No tenemos toda la vida.
ISMAEL GARCÍA